domingo, 23 de marzo de 2008

El lugar de Villa Pulmón





1. La ciudad de Aguiar

1.1. Desde que fue fundada en 1748 por Rafael de Aguiar fue cabecera de partido. La Justicia, el obispo y el gobierno de Buenos Aires atendieron siempre en San Nicolás los asuntos de la región. Todo lo que se producía en la zona salía por su puerto. Si hubiera sido un poco necia, se hubiera parangonado a Buenos Aires; no lo hizo: nunca estuvo abajo.

1.2. Investida de ese rasgo, a partir de mayo de 1810 estuvo plantada ante el resto del país como primera posta, primer puesto apoderado de la rica, centralista, amante de Europa y civilizada Buenos Aires. Era la puerta de Buenos Aires no ante el Mundo, no ante el Desierto y los Infieles, sino ante las Provincias. En su regazo Buenos Aires y las Provincias decidieron las cosas a los sablazos en Pavón y Cepeda y en una casa de su calle central acordaron establecer formalmente una nación.

1.3. Condujo la responsabilidad que le tocó a la ciudad una aristocracia local, sostenida, recalcitrante y clausurada. Se sabía en las fronteras de la barbarie. Tanto se encantó con la llegada de notables de Buenos Aires y Europa como fue refractaria a la inmigración de provincianos, pobres, incultos y negros.

1.4. Más se afirmó el sesgo refractario y se reconcentraron las familias dentro de las cuatro avenidas, cuando las oleadas inmigratorias llegaron: primero los europeos indigentes que llegaban no de Londres y París sino de los campos agotados de Galicia, Génova y Guipúzcoa, y luego el aluvión zoológico de correntinos, chaqueños, santiagueños, entrerrianos, que concurrían llamados a levantar las fábricas de un país que se industrializaba.

1.5. Naturalmente, las familias fueron cambiando; toda aristocracia es permeable. No afirmamos que un mismo puñado de apellidos haya sido el polo conservador por 250 años, sino que ha perdurado una aristocracia.

1.6 Tras las migraciones San Nicolás no sería la misma. Las familias nicoleñas, de todos modos, aguantan.

1.7. Debieron soportar tanto a los extranjeros pobres y a los negros como a aquellos de sus hijos que, como en toda buena familia, nacen rebeldes renegando de la tradición. San Nicolás contribuyó fuertemente al surgimiento del ERP y fue anclaje de la primera avanzada de la Iglesia de los Pobres.


2. La pródiga Zanja de Doña Melchora

2.1. Los trabajadores que llegaron a partir de los 40 para montar el cordón industrial que acompañaba al río Paraná desde Zárate hasta San Lorenzo provenían de zonas rurales y semirurales. La actividad agrícola estaba expulsando trabajadores y la industrial los convocaba. Arribaban sin capital; se asentaron en baldíos de las inmediaciones de la vieja ciudad (ni pensar en meterse en el centro).

2.2. El asentamiento se concentró en unos terrenos junto a la barranca, altos (y por tanto aireados, junto a una ciudad que está en una depresión en que se posa el calor y la humedad), más allá de un enclave de barbarie local enquistada, la Zanja de Doña Melchora. Vivían allí unos cuantos isleños deplorados por las familias del centro, que mal se habían acostumbrado a ellos estigmatizándolos como los miserables y violentos que inevitablemente merodeaban todas las ciudades decentes. Los nuevos inmigrantes, que pertenecían a la misma clase aborrecida, se establecieron como continuación de la gente de la Zanja de Doña Melchora.

2.3. Construyeron ranchos como sabían construir en el campo, de paja y adobe. El asentamiento se llamó Villa Pulmón. Creció; llegó a tener entre 5.000 y 7.000 personas. Llegaban hombres solos, luego traían o hacían familias; llegaban parientes, amigos, paisanos. Cuando ganaban lo necesario, algunos compraban terrenos en otros lugares —allí no los compraban, básicamente porque no era necesario—, donde se hacían una casita. Otros se quedaban en la villa.

2.4. El hacinamiento, las aspiraciones de progreso social y la falta de algunos servicios podían ser factores que movieran a abandonar la villa. Por otro lado, la proximidad al centro, la gratuidad del lugar y los lazos de pertenencia, económicos, afectivos, familiares, culturales, convencían de quedarse.

2.5. Villa Pulmón quedaría en la memoria de muchos de sus habitantes como el lugar donde fueron felices.


3. La Pastoral Villera

3.1. Fuera de este proceso, brotaba en el centro aristocrático y presumido de San Nicolás, entre las Damas de la Caridad y los Jueces, Comerciantes y Doctores, una tendencia contestataria que encarnaría en figuras políticas como Gorriarán Merlo y el obispo Carlos Ponce de León.

3.2. Carlos Ponce de León asumió rotundamente la tendencia interna de la Iglesia Católica de la Opción por los Pobres, lo que le valió una fuerte resistencia. Alentó la politización de los sacerdotes y su mayor participación en los conflictos sociales.

3.3. Un grupo de sacerdotes sintonizó con el obispo y creó una pastoral puntual en Villa Pulmón.

3.4. En la primera mitad de los 70, con el empuje del obispo y en un marco político que se mostraba favorable con los sectores pobres urbanos, crecieron los proyectos de urbanizar Villa Pulmón para que sus habitantes vivieran en edificios con todos los servicios de que gozaban las casas del centro.

3.5. La aristocracia estaba en jaque, amenazada por los villeros y sus propios hijos díscolos.


4. La Reacción

4.1. No sorprende que no hubiera en la aristocracia nicoleña sino aprobación a la Dictadura Militar instaurada en 1976. El desorden, la violencia contra las instituciones y las personas instituidas, el protagonismo de los bárbaros, eran insoportables; los militares anunciaron que tomaban el Gobierno para eliminarlos, y las familias de los apellidos tradicionales aplaudieron.

4.2. De esas familias le hicieron llegar al nuevo jefe de la unidad militar local un informe de las actividades del obispo Ponce de León y en 1977 el obispo fue asesinado.

4.3. Al año siguiente Villa Pulmón fue erradicada.

4.4. Los terrenos quedaron baldíos.


5. El Milagro de la Virgen

5.1. Unos cinco años después, cuando SOMISA —la prenda de la industrialización que atrajo a los provincianos— comenzó a declinar (serían echados cerca de 9.000 trabajadores), apareció la Virgen María en San Nicolás. Le hablaba a una señora. La Iglesia, cuya conducción había vuelto completamente a manos ortodoxas, reconoció el milagro casi inmediatamente.

5.2. En 1985 la Municipalidad la cedió a la Iglesia Católica el terreno señalado por la Virgen para que se le construya un templo. Eran los baldíos de Villa Pulmón.

5.3. Inmediatamente la Iglesia comenzó allí la construcción del mayor santuario del país.


6. El tercer aluvión

6.1. Muchos antiguos habitantes de Villa Pulmón han regresado al lugar, ahora como vendedores de artículos de santería.

6.2. La figura del obispo Carlos Ponce de León, cumplidos 30 años de su asesinato, es admitida por la Iglesia, aunque enfatizando en que “nos interesa por qué vivió y no por qué murió”.

6.3. La Iglesia va comprando propiedades en las adyacencias del lugar.

6.4. La ciudad se ha convertido en uno de los mayores centros de peregrinaje del país (el día de la Virgen llegan unas 300 mil personas). Los peregrinos son gente pobre, mayormente supersticiosa, turistas mortadela —no aportan a la economía local. Las familias tradicionales no los ven con simpatía. En realidad, le resultan otra pesadilla; bajo otro disfraz, no son más que un nuevo aluvión.


Postdata
El relevamiento de datos para esta historia de los terrenos donde se asentó Villa Pulmón deparó información inesperada. Por un lado, resultó que no eran las tierras silvestres que sus mismos habitantes siguen concibiendo, sino que encierran una notable obra de ingeniería hidráulica, construida en los 1870 para abastecer de agua a la ciudad hasta 1930. Encontramos documentación en el Museo de la Ciudad y fotos en el archivo de César Busto, legatario del acervo que crearon su padre y abuelo, fotógrafos de la ciudad. Dentro de las cuatro avenidas estaba guardado este dato, velado a los negros de la villa.
Menos inesperada pero acaso más seria resulta la desaparición del relato de la fuerte pastoral villera que se desplegó desde los 60. El silencio se hace especialmente horroroso en un momento histórico en el que parecen enardecerse sin hallar contradicción las jamás cuestionadas vocaciones de la sociedad civil que fundamentaron la bestialidad criminal de los militares. Si en un momento creímos que los relatos desaparecidos serían repuestos con el tiempo, hoy sólo cabe la certeza de que serán olvidados.